No quiero ser vasija ni tintero,
ni quiero ser de nada recipiente,
que quiero ser por fin agua de fuente
donde sacies tu sed de abrevadero.
No flor ni espiga florecida quiero,
apocopada y triste que no siente,
que quiero ser por ti volcán ardiente
incapaz de apagarse al aguacero.
Exceso y punta, y brecha dolorida,
rayo que te fecunda y te convoca
dejándote con muerte entre la vida,
luz que hiere tu paz cuando te toca
con un desasosiego entre la boca:
ni quieta o expectante, ni vencida
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