
Finito devo el viaje
Y yo me iré. Y en el rincón aquel de mi huerto florido y encaldo,
se quedarán los pájaros cantando,
y mi espíritu errará, nostáljico.
Y todas las tardes quedara mi huerto
con su verde árbol y su pozo blanco;
el cielo será azul y plácido
y el pueblo se hará nuevo cada año.
Tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario,
y estaré solo, sin hogar, sin pozo blanco,
sin verde árbol, sin cielo azul y plácido.
Y yo me iré, se morirán aquellos que me amaron,
y se quedarán los pájaros cantando.
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