No tuviste tu muerte, la que a ti te tocaba.
Malamente, a sabiendas, equivocó el camino.
¿Adónde vas? Gritando, por más que aligeraba
no paré tu destino. ¡Que mi muerte madruga!¡Levanta! Por las calles,los terrados y torres tiembla un presentimiento.A toda costa el río llama a los arrabales,advierte a toda costa la oscuridad al viento.
Yo, por las islas, preso, sin saber que tu muertete olvidaba, dejando mano libre a la mía.
¡Dolor de haberte visto, dolor de vertecomo yo hubiera estado, si me correspondía!
Debiste de haber muerto sin llevarte a tu gloria
ese horror en los ojos de último fogonazo
ante la propia sangre que dobló tu memoria,
toda flor y clarísimo corazón sin balazo.
Mas si mi muerte ha muerto, quedándome la tuya,
si acaso le esperaba más bella y larga vida
,haré por merecerla, hasta que restituya
a la tierra esa lumbre de cosecha cumplida.
Páxinas
"Non hai ningunha lectura perigosa. O mal non entra nunca pola intelixencia cando o corazón está san"
Jacinto Benavente
Jacinto Benavente
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1 comentario:
Nace en las ingles un calor callado,
como un rumor de espuma silencioso.
Su dura mimbre el tulipán precioso
dobla sin agua, vivo y agotado.
Crece en la sangre un desasosegado,
urgente pensamiento belicoso.
La exhausta flor perdida en su reposo
rompe su sueño en la raíz mojado.
Salta la tierra y de su entraña pierde
savia, veneno y alameda verde.
Palpita, cruje, azota, empuja, estalla.
La vida hiende vida en plena vida.
Y aunque la muerte gane la partida,
todo es un campo alegre de batalla
También de Albertí
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