Bea Remeseiro

El retraso en el pago de las becas por parte de la Xunta afecta a más de un centenar de estudiantes. Además de la treintena de lectores extranjeros que desde octubre solo recibieron en enero el pago de tres meses, hay al menos otros setenta investigadores repartidos por las tres universidades gallegas que se encuentran en una situación similar. En este caso, los pagos han sido dos, pero con marzo en marcha, les adeudan aún enero y febrero.
Se trata de estudiantes de tercer ciclo, es decir, aquellos que preparan su acceso a los cursos de doctorado. Todos ellos están contratados para investigar, becados con 700 euros mensuales y el compromiso de no desarrollar ninguna otra actividad laboral. Sin embargo, este curso solo recibieron un pago, en diciembre, con el importe de algo más de dos meses y, desde entonces, no han vuelto a ver un euro, pese a que el contrato estipula pagos mensuales.
La Consellería de Educación volvió a responder ayer que el problema está en vías de solución y que los pagos se producirán en los próximos días, toda vez que Facenda ha liberado ya las nuevas partidas presupuestarias. Sin embargo, los becarios llevan semanas escuchando palabras parecidas y han decidido denunciar judicialmente el incumplimiento. La próxima semana se cumplirán tres meses desde la reclamación administrativa presentada y no contestada, lo cual les faculta para activar la demanda judicial.
El asunto fue motivo ya de dos preguntas parlamentarias, que recibieron contestaciones similares. Algunos de estos investigadores aseguran que están llegando al límite de su resistencia económica. La mayor parte de ellos están desplazados y confiesan estar absolutamente condicionados por la irregularidad con la que reciben el pago de las becas. Varios de estos estudiantes manifestaron su decepción por el programa: «O ano que ven non sei se seguirei», opina Laura, una estudiante de Psicoloxía de Lugo, que investiga en la Universidade de Santiago: «Moitos fixemos unha previsión económica para adicarnos a isto, pero agora estamos vivindo peor que cando estudiábamos a carreira».
Pese a las dificultades para cobrar, todos estos investigadores no pueden intentar conseguir recursos por otras vías, ya que su beca les prohíbe expresamente cualquier otra actividad laboral. Al menos, algunos aplican el humor y sacan conclusiones positivas ante tanto incumplimiento: «É como si fixéramos un máster en economía doméstica e en reclamacións», expone Zeltia, otra becaria afectada.