Los bárbaros, explica Baricco, son todos aquellos, jóvenes o no, que no respetan los modos ni los principios de nuestro arte, nuestra cultura, nuestra filosofía… No respetan ni el buen gusto, ni la elegancia, ni el sentido de nuestra cultura. No distinguen entre las obras de arte y el kitsch –más bien para ellos todo debería ser kitcsh-. No respetan las diferencias entre la buena comida y el buen vino y la comida basura y el vino “light”. No entienden de “buen fútbol” –el de la genialidad individual del jugador insustituible.
No leen literatura ni libros profundos, sino sólo best-seller que provienen del cine o de los videojuegos o que acaban fácilmente en ellos. Pasan por los acontecimientos superficialmente, sin penetrar su sentido. No conocen las ideologías sino las “gestualidades” políticas. No hablan correctamente sino que balbucean. “Utilizando términos románticos, y por tanto, plenamente nuestros: es como si la idea de belleza fuera sustituida por la espectacularidad; es como si se privilegiara la técnica frente a la inspiración, el efecto frente a la verdad.
Los nuevos bárbaros no creen en el sentido, ni en que para alcanzarlo se necesita la constancia, el esfuerzo, y la profundidad. Niegan, así, el principio del “ascetismo” artístico, científico o creativo que ha constituido el principio básico de “nuestra civilización”, ese principio que nos enseñaba que en un nivel profundo de la vida existe un “alma” y que llegar a ese “alma” es lo que nos otorga sentido. Pues bien, para estos nuevos bárbaros, lo que no tiene sentido es ese “alma”; sencillamente, la niegan.
Repitamos el contraste de valores que presenta Baricco:
Belleza /Espectacularidad
Razón/ Emoción
Técnica/ Inspiración
Verticalidad jerárquica /Horizontalidad
Valor de uso /Valor de cambio (comercialidad)
Lenguaje profundo /Lenguaje claro
Original (auténtico)/ Serie (copia)
Complejo /Simple
Paciencia /Prisa
Comprensión/ Experiencia
Baricco explica que este conflicto de los valores “de siempre” y los valores “bárbaros” se puede apreciar en muchos aspectos de la vida y con mucha más fuerza en aspectos de la vida cotidiana. Cita, de un modo muy pedagógico, como el connaisseur auténtico del mundo del vino está siendo sustituido por un amante del vino californiano –para Baricco, el mejor ejemplo de la fabricación de un producto simple, light industrial y comercial.
O cómo el gusto por la calidad individual del futbolista y la apreciación de su “arte” está siendo invadida por el gusto por el fútbol total, tosco y acelerado.
O cómo la lectura de obras literarias clásicas y de auténtico valor artístico está siendo sustituida por la lectura apresurada de bestsellers que no valen nada por sí mismos, sino que son la prolongación –en una secuencia compleja de experiencias de consumo- de un acontecimiento, de una noticia, de una película o de un videojuego.
Luego, nos recuerda que buena parte de estos valores son reliquias de la burguesía del XIX, que admitió sin crítica la confianza en el progreso y la cultura del esfuerzo. Pero que quedó desacreditada por los totalitarismos asesinos del XX –fundados en muchos de los principios heroicos del momento- y, añadimos nosotros, por “la cultura de la facilidad” que impuso la sociedad de consumo.
Páxinas
"Non hai ningunha lectura perigosa. O mal non entra nunca pola intelixencia cando o corazón está san"
Jacinto Benavente
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