Haciendo suyo el refrán "Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer", la autora de La princesa de Éboli, evidencia en este trabajo la influencia de las mujeres en la vida del Marqués. Quizá por ello utiliza el verso "Ama e serás amado, e podras fazer lo que non farás desamado" para encabezar el primer capítulo del libro.
Con su madre y su abuela como referentes y cabeza de familia, Íñigo fue educado en la 'cultura de la pluma' -sin dejar de lado sus obligaciones 'belicosas'-. De ahí su gran sensibilidad y su pasión por la poesía. A los 14 años el autor de la serranilla 'La vaquera de Finojosa' ya había cursado todas las enseñanzas que se impartían en Castilla, y fue enviado a Aragón para continuar con su formación.
Seductor empedernido, la presencia femenina en su vida continuó de la mano de decenas de amantes -a las que la escritora llama las "musas efímeras"-, aunque sólo tuvo un gran amor, su esposa.
Con su madre y su abuela como referentes y cabeza de familia, Íñigo fue educado en la 'cultura de la pluma' -sin dejar de lado sus obligaciones 'belicosas'-. De ahí su gran sensibilidad y su pasión por la poesía. A los 14 años el autor de la serranilla 'La vaquera de Finojosa' ya había cursado todas las enseñanzas que se impartían en Castilla, y fue enviado a Aragón para continuar con su formación.
Seductor empedernido, la presencia femenina en su vida continuó de la mano de decenas de amantes -a las que la escritora llama las "musas efímeras"-, aunque sólo tuvo un gran amor, su esposa.
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