Obra de lectura fácil, Labordeta escribe con su estilo cercano y entrañable 229 páginas de letra confortable que se pueden "trasegar" en dos sentadas.
Es libro de memorias, con semblanzas de políticos conocidos.
" Este texto lo inicié en Madrid- días de lejana soledad-, lo reemprendí en Zaragoza, la entrañable madrastra de tanto huérfano de su amor, lo recuperé en Altafuya, Tarragona, con el mar como huida de la pasada carga terrícola, y lo terminé en Villanúa, Huesca, en el Pirineo Aragonés, al pie de Collarada, una montaña de dos mil ochocientos ochenta y cinco metros de altitud, a cuya cima, en otro tiempo, cuando la vida te sorprendía sin atributos, ascendí varias veces.
Cuento todo esto porque el refrán beduino se hace verdad en estas páginas con los humildes viajes por las orillas del Ebro, al lado del Mediterraneo y con la frontera con Francia. Así, casi como un viaje minúsculo, terminando aquí, con el otoño a la vuelta de la esquina y la melancolía de la vejez, tan próxima, en los ojos cansados de este "animal timidamente triste", que escribió estos versos con apenas veinte años y que ahora repite con nostalgia y con recuerdos.
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