Blog da Biblioteca do IES de Curtis: Un jardín de verdad con ranas de cartón

23/4/09

Un jardín de verdad con ranas de cartón

Juan Marsé (Barcelona, 1933) fue designado como Premio Cervantes el pasado 27 de noviembre. El jurado valoró "la decidida vocación por la escritura" de Marsé, venciendo los elementos personales y su dura vida", además de "su capacidad para reflejar la España de la posguerra". La entrega del premio Cervantes constituye el acto central del Día Internacional del Libro .

2 comentarios:

Curtisbiblio dijo...

EL EMBRUJO DE SHANGHAI (1993)

Los sueños juveniles se corrompen en boca de los adultos, dijo el capitán Blay caminando delante de mí con su intrépida zancada y su precaria apariencia de hombre invisible: cabeza vendada, gabardina, guantes y gafas negras y una gesticulación abrupta y fantasiosa que me fascinaba. Iba al estanco a comprar cerillas y de pronto se paró en la acera y olfateó ansiosamente el aire a través de la gasa que afantasmaba su nariz y su boca.
-Y tan desdichada carroña -siguió husmeando su quimera predilecta ayudándose con nerviosos golpes de cabeza, y yo también me paré a oler- está en la calle, se nota. Pero no es sólo eso... Sin querer ofender a nadie, se percibe una descomposición de huevos. ¿No lo hueles?
El capitán tenía el don de sugestionarme con su voz mineral y sentí un vacío repentino y una sensación de mareo.
Así empieza mi historia, y me hubiese gustado que en ella hubiera un lugar para mi padre, tenerlo cerca para aconsejarme, para no sentirme tan indefenso ante los delirios del capitán Blay y ante mis propios sueños, pero en esa época a mi padre ya le daban definitivamente por desaparecido, y nunca volvería a casa. Pensé otra vez en él, vi su cuerpo tirado en la zanja y los copos de nieve cayendo lentamente sobre él y cubriéndole, y luego pensé en las enigmáticas palabras del viejo mochales mientras iba andando pegado a sus talones camino del estanco de la plaza Rovira, cuando, al pasar frente al portal número 8, entre el colmado y la farmacia, el capitán se paró en seco por segunda vez y su temeraria nariz, habitualmente desnortada y camuflada bajo el vendaje, detectó de nuevo la pestilencia.
-¿No reconoces esa gran tufarada, muchacho? -dijo- . ¿Tu cándida naricilla maliciada en el incienso de Las Ánimas y en agrio sudor de las sotanas ya no es capaz de detectar el hedor...? -Se interrumpió estirando el cuello, resoplando como un caballo nervioso-: ¿A huevos podridos, a mierda de gato? Nada de eso... Ahí, en ese portal. ¡Ya sé lo que es! ¡Gas! ¡Se veía venir esta miseria...!
En el interior del zaguán anidaba ciertamente un tufo a miseria casi permanente, pues era refugio nocturno de mendigos, pero el capitán supo distinguir en el acto una pestilencia de otra y además afirmó que el olor a gas no salía de allí, sino de la maltrecha acera que pisábamos, de las grietas donde crecía una hierba rala y malsana.
Él mismo se encargó de alertar al vecindario. Lo comentó en el estanco, en la farmacia y en la parada de tranvías, y aunque sus arranques de locura senil eran bien conocidos, desde aquel día todo aquel que pasaba por la acera alta de la plaza y husmeaba el aire, detectaba el olor con sobresalto. Las mujeres se alarmaron y una vecina avisó a la Compañía del Gas.
-Se trata sin duda de una tubería rota que deja filtrar esa mierda -no se cansaba de repetir el capitán Blay en la taberna de la plaza-. Muy peligroso, señores, todos haríamos santamente evitando circular por allí y metiéndonos cada uno en su casa, a ser posible... Y mucho cuidado con encender cigarrillos junto al quiosco, a vosotros os digo, chavales.
-Sobre todo -advirtió su amigo el señor Sucre a la clientela habitual de bebedores, que escuchaban entre recelosos y burlones-, cuidado con las miradas llameantes y las ideas incendiarias y la mala leche que algunos todavía esconden. ¡Mucho cuidado! La vieja castañera junto al cine, con su fogón y su lengua viperina, también es un peligro. Una chispa o una palabra soez, y ¡bum!, todos al infierno

Curtisbiblio dijo...

Las obras de Marsé se sitúan en su Barcelona natal y más en concreto el barrio del Guinardó, donde nació y pasó su infancia. Marsé vivió la posguerra en sus años de infancia, cosa que ha influenciado el modo de escribir del autor a lo largo de toda su vida. Todas las obras de Marsé están ambientadas en el Guinardó o en barrios barceloneses próximos a éste, y todas ellas relatan hechos vividos en época de postguerra o durante el franquismo. Analiza la degradación moral y social de la posguerra, las diferencias de clase en su Barcelona natal, la memoria de los vencidos, los enfrentamientos entre trabajadores y burgueses universitarios y la infancia perdida empezando con las técnicas del realismo social y experimentando a veces con otros mecanismos narrativos más vanguardistas, siempre con ironía, sátira y un cierto humorismo

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