Páxinas
"Non hai ningunha lectura perigosa. O mal non entra nunca pola intelixencia cando o corazón está san"
Jacinto Benavente
Jacinto Benavente
16/4/10
Desengáñate de una vez, Mario, el mundo necesita autoridad y mano dura, que algunos hombres os creéis que sólo por eso, sólo por el mero hecho de ser hombres, ya se terminó la disciplina de la escuela y estáis pero que muy equivocados, es preciso callar y obedecer, siempre, toda la vida, a ojos cerrados, que buena perra habéis cogido ahora con el diálogo
En sustancia, lo que te he dicho mil veces, que vosotros os creéis que esto es un circo donde cada cual puede hacer lo que le dé la gana y estáis muy equivocados, aquí igual que en casa, la misma cosa, con la salvedad de que en lugar de los padres es la autoridad, pero siempre debe haber uno que diga esto se hace y esto no se hace y ahora todo el mundo a callar y a obedecer, únicamente así pueden marchar las cosas
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1 comentario:
Carmen no ha expresado en ningún momento en todo el relato que ella tuviera vocación de madre pero, sin embargo, ha expresado implícitamente su deseo de no tener muchos hijos (131), lo cual va en contra de los postulados oficiales y de la doctrina de género de la sección Femenina.
Carmen es una fiel defensora de los valores de clase y de género impuestos por la sociedad; de ahí la importancia de las apariencias. Consecuentemente cuando su hermana Julia se queda embarazada de un brigadista italiano en la Guerra Civil, Carmen siguiendo el ejemplo de su madre no le habla durante siete años. Delante de la gente la hermana no existe ya que es una sinvergüenza para Carmen al poner en entredicho el nombre de la familia: "Hay que ser imparciales, cariño, y Julia hablando en plata fue una sinvergüenza, ¡qué guerra ni qué ocho cuartos!" (184). Precisamente por acatar las normas maternas, Carmen se niega a aceptar que su hermana sea madre soltera. La negación de la maternidad de Julia responde a la carencia de figura paterna y de esposo en el hogar, lo cual el franquismo castigaba con el ostracismo social. Christina Duplàa expone que el fenónemo de renuncia de las madres solteras responde a los postulados franquistas defensores de la maternidad dentro del vínculo familiar paternal:
Al lado de tanto culto al Hombre se halla la Madre, pero no olvidemos que en la tradición judeo-cristiana esa Madre siempre tiene a un niño en brazos, y no a una niña, porque esa Madre es Madre de lo masculino.
Toda la legislación franquista está inspirada en esta visión de la maternidad, por tanto las madres solteras no son madres porque no tienen una cabeza de familia, es decir, un hombre que legitime esa maternidad. Y en esa negación de lo femenino se halla la negación de la propia maternidad como algo que pertenece a las mujeres. (84-5)
Carmen ve a la familia como un apartado del gobierno y defiende el orden y la obediencia ciega al Estado que suple, según ella, la función de los padres cuando éstos faltan. El discurso oficial toma voz en el discurso de Carmen ya que ella es incapaz, por su falta de educación y por su clase social, de formular pensamientos propios sobre todo de carácter político: "Hay una cosa evidente, Mario, que nos guste o no tenemos que aceptar, y es que un país es como una familia, lo mismito, quitas la autoridad y ¡catapún!, la catástrofe" (244). La misma opinión la comparte Yaw Agawu-Kakraba:
Carmen siempre siguió las normas dictadas por su madre, a la que siempre recuerda como una gran señora. Carmen defiende la autoridad de los padres como esencial y como el único pilar de la familia: "Respeto y admiración por los padres es lo primero que hay que inculcar en los hijos, Mario, y esto no se consigue sino con autoridad, que siendo blando con ellos te crees que les haces un favor y a la larga, todo lo contrario" (148). De igual manera, según Carmen, hay que aceptar la autoridad del gobierno a ciegas ya que el gobierno hace de padre protector de sus hijos dando por supuesto que éstos no saben defenderse por sí mismos:
Carmen no discute la autoridad, la ve necesaria y como un valor familiar más que hay que pasar a los hijos:"[E]n la vida hay que obedecer y someterse a una disciplina desde que se nace, primero con los padres y, luego, la autoridad, en definitiva la misma cosa " (170). De esta simbiosis entre familia y autoridad que Carmen defiende surgirá el enfrentamiento entre Carmen y Mario cuando el guardia del parque le pega a Mario. Carmen acusa a Mario de no querer obedecer y defiende al Estado como padre protector que mira por el bien de su prole, aunque esto implique el uso de la violencia
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