
Malamente, a sabiendas, equivocó el camino.
¿Adónde vas? Gritando, por más que aligeraba
no paré tu destino. ¡Que mi muerte madruga!¡Levanta! Por las calles,los terrados y torres tiembla un presentimiento.A toda costa el río llama a los arrabales,advierte a toda costa la oscuridad al viento.
Yo, por las islas, preso, sin saber que tu muertete olvidaba, dejando mano libre a la mía.
¡Dolor de haberte visto, dolor de vertecomo yo hubiera estado, si me correspondía!
Debiste de haber muerto sin llevarte a tu gloria
ese horror en los ojos de último fogonazo
ante la propia sangre que dobló tu memoria,
toda flor y clarísimo corazón sin balazo.
Mas si mi muerte ha muerto, quedándome la tuya,
si acaso le esperaba más bella y larga vida
,haré por merecerla, hasta que restituya
a la tierra esa lumbre de cosecha cumplida.