Asasinato no Consello Nacional é unha novela de Diego Ameixeiras, publicada por Edicións Xerais en setembro de 2010. . O autor contaba con outra dúas obras; Tres segundos de memoria e Dime algo sucio A obra é una homenaxe a Manuel Vázquez Montalbán e seu Asesinato en el Comité Central (1981).
Está protagonizada polo detective Alberte Cudeiro e a acción principal ten lugar en abril de 2009. No tempo narrado hai frecuentes analepses, desde 1936, até o momento do asasinado de Mario, pasando pola década de 1980 , e de 1990 e 2000 nos que transcurre a mocidade de diversos personaxes. Pode, tamen, apreciarse algunha prolepse, pois algún dos personaxes menciona proxectos futuros, que na vida real foron levados a cabo (como un congreso sobre a lingua organizado polo IGEA). A novela está chea de referencias culturais contemporáneas, desde musicais (Sonic Youth, The (International) Noise Conspiracy, Real Filharmonía de Galicia, The Melvins, Alice in Chains...), cinematográficas (Michelangelo Antonioni...), filosóficas (Michael Löwy, Jürgen Habermas, Gilles Deleuze, budismo...) ou literarias (Sam Spade...).
Hai unha forte presenza da política nacional, estatal e internacional contemporánea. Menciónanse tamén os clásicos do galeguismo (Castelao, Bóveda, Vilar Ponte, Risco ou Otero Pedrayo).Tamén se fai referencia a outros elementos da cultura galega pasada (como a Emilia Docet, miss España 1933) e contemporáneos (Inditex).
O espacio e , tamen, reconocible. A acción discorre principalmente en Santiago de Compostela do que atopamos moitos espazos abertos (Alameda, Bonaval, zona vella...), aparecen espazos pechados como as sedes da UPG e o BNG, o Auditorio de Galicia, ou bares e discotecas de sona (Maycar, Ruta, O Dezaseis...). O piso de Alicia está en Bertamiráns (Ames). Amais da acción inicial e final en Ourense, hai desprazamentos a Ferrol e Pereiro de Aguiar.
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"Non hai ningunha lectura perigosa. O mal non entra nunca pola intelixencia cando o corazón está san"
Jacinto Benavente
Jacinto Benavente
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18/10/10
Asesinato en el Comite Central.
Se reclama a Pepe Carvalho para resolver un caso —en esta ocasión se trata de descubrir al asesino del secretario general del Partido Comunista de España—, el detective inicia sus averiguaciones, realiza sus contactos, es objeto de persecución y de violencia (los rasgos de «novela negra» son evidentes) y finalmente el caso se resuelve.
Interesa más lo que «hace» Pepe Carvalho que lo que piensa. La novela esencialmente acción. La acción transcurre en Madrid , el novelista nos ofrece el clima de Madrid, contemplado desde la perspectiva de un periférico, el barcelonés Pepe Carvalho. Y Vázquez Montalbán consigue efectivamente ofrecer esta visión distanciada, crítica y en ocasiones manifiestamente injusta de un barcelonés que visita la Villa y Corte. Pero, además, la acción del relato se sitúa en el seno del Comité Central del Partido Comunista de España, un mundo cerrado, con leyes propias, con personajes que aparecen en clave (aunque el conocedor puede descifrar la identidad de los más destacados por los detalles que se le ofrecen). Conocida es también la militancia política del autor —hoy en el Comité ejecutivo del PSUC— lo que añade a la novela el interés de quien escribe sobre lo que conoce directamente, incluidas algunas diferencias de matiz que hoy interesan principalmente a algunos comentaristas políticos.
En Asesinato en el Comité Central se mezclan dos géneros de raigambre popular, el policíaco y el de política-ficción, que el autor había ofrecido ya en su Yo maté a Kennedy.
El novelista parece enfrentarse a su mundo con una dolorida mueca. Hay un amargo sentido del humor, teñido de poesía y de sentimiento, una meditación sobre la impotencia del poder o de la ambición
La operación estilística viene en función de una voluntad de crónica de lo inmediato. La novela hispánica de los últimos años tiende a situar la acción en el pasado: los años cincuenta, los cuarenta, la guerra civil. El novelista aparece entonces ejercitando el oficio de historiador, aunque sus historias sean inmediatas. Vázquez Montalbán prefiere la crónica de raíz periodística, la inmediatez de la noticia y sus posibilidades de influir con su comentario. Asesinato en el Comité Central tiene en buena medida la efectividad de una crónica o reportaje sobre el comportamiento y la mentalidad de los diversos escalones que componen el aparato del Partido. Éste brota diseñado por un narrador comprometido, capaz de distanciarse, aunque incapaz de superar la nostalgia por el ideal. Su Pepe Carvalho no es evidentemente un trasunto del autor, aunque tenga mucho de él; aquél es un ex militante, un cínico, un irrecuperable, pero también un ser generoso, inteligente, audaz, poseedor de una especial sangre fría. Y ambos, criatura y autor, coinciden en muchas actitudes que el aficionado a la obra de Vázquez Montalbán descubrirá a través de su obra.
Interesa más lo que «hace» Pepe Carvalho que lo que piensa. La novela esencialmente acción. La acción transcurre en Madrid , el novelista nos ofrece el clima de Madrid, contemplado desde la perspectiva de un periférico, el barcelonés Pepe Carvalho. Y Vázquez Montalbán consigue efectivamente ofrecer esta visión distanciada, crítica y en ocasiones manifiestamente injusta de un barcelonés que visita la Villa y Corte. Pero, además, la acción del relato se sitúa en el seno del Comité Central del Partido Comunista de España, un mundo cerrado, con leyes propias, con personajes que aparecen en clave (aunque el conocedor puede descifrar la identidad de los más destacados por los detalles que se le ofrecen). Conocida es también la militancia política del autor —hoy en el Comité ejecutivo del PSUC— lo que añade a la novela el interés de quien escribe sobre lo que conoce directamente, incluidas algunas diferencias de matiz que hoy interesan principalmente a algunos comentaristas políticos.
En Asesinato en el Comité Central se mezclan dos géneros de raigambre popular, el policíaco y el de política-ficción, que el autor había ofrecido ya en su Yo maté a Kennedy.
El novelista parece enfrentarse a su mundo con una dolorida mueca. Hay un amargo sentido del humor, teñido de poesía y de sentimiento, una meditación sobre la impotencia del poder o de la ambición
La operación estilística viene en función de una voluntad de crónica de lo inmediato. La novela hispánica de los últimos años tiende a situar la acción en el pasado: los años cincuenta, los cuarenta, la guerra civil. El novelista aparece entonces ejercitando el oficio de historiador, aunque sus historias sean inmediatas. Vázquez Montalbán prefiere la crónica de raíz periodística, la inmediatez de la noticia y sus posibilidades de influir con su comentario. Asesinato en el Comité Central tiene en buena medida la efectividad de una crónica o reportaje sobre el comportamiento y la mentalidad de los diversos escalones que componen el aparato del Partido. Éste brota diseñado por un narrador comprometido, capaz de distanciarse, aunque incapaz de superar la nostalgia por el ideal. Su Pepe Carvalho no es evidentemente un trasunto del autor, aunque tenga mucho de él; aquél es un ex militante, un cínico, un irrecuperable, pero también un ser generoso, inteligente, audaz, poseedor de una especial sangre fría. Y ambos, criatura y autor, coinciden en muchas actitudes que el aficionado a la obra de Vázquez Montalbán descubrirá a través de su obra.
Epílogo conmemorativo del 25º aniversario de Carvalho
No me gustó el libro entonces y además debo confesar que no me gusta el personaje de Carvalho, como héroe literario; puede que sea un buen detective, pero políticamente es un aventurero, cínico y golfo, tan gourmand como gourmet, y además inclinado al chuleo. Incluso no terminé de leerlo, al extremo de que no llegué a enterarme de quién asesinaba al secretario general y años después todavía le pregunté al autor si había sido la CIA o el KGB.
No me gusta Carvalho y, sin embargo, me gusta Manolo Vázquez Montalbán como escritor, como hombre fiel a posiciones de izquierda y hasta como persona, en la medida en que le he tratado. Recuerdo que mi primer conocimiento de él fue a través de la sección que publicaba en Triunfo —la capilla Sixtina— bajo la firma de Sixto Cámara que leía con fruición en aquel tiempo. Por entonces nos conocimos también en una de aquellas reuniones clandestinas que celebrábamos en París.
Poco después de publicado el libro nos encontramos casualmente en Dubrovnik y le invité a cenar marisco del Adriático en un restaurante de aquella hermosa ciudad, a la que sólo faltan los canales para hacerte vivir la impresión de que estás en Venecia. No recuerdo ya de qué hablamos aquella noche, ni creo que para mí fueran importantes los temas de conversación; lo que me interesaba era mostrar a Vázquez Montalbán que seguía respetándole como escritor y como camarada, a pesar del asesinato.
Pero en aquel tiempo la novela —libro político— me cayó mal. Manolo terciaba en el debate —al menos así lo entendía yo— como un "renovador de izquierda" —también los había de derecha—, un comunista iconoclasta con cierto tinte libertario, que en ese momento aportaba el refuerzo de su excelente pluma a una operación contra el eurocomunismo.
Tal como yo veía las cosas Vázquez Montalbán daba una mano al frente antieuro que estaba formándose entre renovadores de derecha y de izquierda, prosoviéticos dogmáticos y simples aspirantes a trepar hacia la dirección del partido. Yo pensaba ser uno de los que veían con más claridad el futuro, al plantear la necesidad de una nueva formación política que uniera las fuerzas de izquierda, lo que a mi juicio exigía no empezar destruyendo al PCE eurocomunista. Seguramente no acerté, pues no logré colocar esa idea en el centro de la actividad del partido hacia el futuro. Pero si algo puede aminorar mis errores fue el sinsentido de la operación vasca dividiendo el partido para incorporarse a una Euzkadiko Esquerra que terminó disolviéndose en el PSOE; o el otro sinsentido de enfrentar al PSUC con el PCE, rechazando el eurocomunismo; o la operación de las "células comunistas" de las que luego surgió el PCPE montada por la Embajada soviética, que en las elecciones del 82 dio la consigna de votar al PSOE.
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No me gusta Carvalho y, sin embargo, me gusta Manolo Vázquez Montalbán como escritor, como hombre fiel a posiciones de izquierda y hasta como persona, en la medida en que le he tratado. Recuerdo que mi primer conocimiento de él fue a través de la sección que publicaba en Triunfo —la capilla Sixtina— bajo la firma de Sixto Cámara que leía con fruición en aquel tiempo. Por entonces nos conocimos también en una de aquellas reuniones clandestinas que celebrábamos en París.
Poco después de publicado el libro nos encontramos casualmente en Dubrovnik y le invité a cenar marisco del Adriático en un restaurante de aquella hermosa ciudad, a la que sólo faltan los canales para hacerte vivir la impresión de que estás en Venecia. No recuerdo ya de qué hablamos aquella noche, ni creo que para mí fueran importantes los temas de conversación; lo que me interesaba era mostrar a Vázquez Montalbán que seguía respetándole como escritor y como camarada, a pesar del asesinato.
Pero en aquel tiempo la novela —libro político— me cayó mal. Manolo terciaba en el debate —al menos así lo entendía yo— como un "renovador de izquierda" —también los había de derecha—, un comunista iconoclasta con cierto tinte libertario, que en ese momento aportaba el refuerzo de su excelente pluma a una operación contra el eurocomunismo.
Tal como yo veía las cosas Vázquez Montalbán daba una mano al frente antieuro que estaba formándose entre renovadores de derecha y de izquierda, prosoviéticos dogmáticos y simples aspirantes a trepar hacia la dirección del partido. Yo pensaba ser uno de los que veían con más claridad el futuro, al plantear la necesidad de una nueva formación política que uniera las fuerzas de izquierda, lo que a mi juicio exigía no empezar destruyendo al PCE eurocomunista. Seguramente no acerté, pues no logré colocar esa idea en el centro de la actividad del partido hacia el futuro. Pero si algo puede aminorar mis errores fue el sinsentido de la operación vasca dividiendo el partido para incorporarse a una Euzkadiko Esquerra que terminó disolviéndose en el PSOE; o el otro sinsentido de enfrentar al PSUC con el PCE, rechazando el eurocomunismo; o la operación de las "células comunistas" de las que luego surgió el PCPE montada por la Embajada soviética, que en las elecciones del 82 dio la consigna de votar al PSOE.
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14/8/10
Philip Kerr - Bernie Gunther

Sempre hai algunha muller na vida de Bernie: Frieda, Noreen Charalambides, Inge, Kirsten, Anna Yagubsky, pero as circunstancias ou a morte separarano de todas e cada unha delas.
As novelas de Kerr son xénero negro puro, unha homenaxe aos clásicos americanos nun contexto histórico e xeográfico totalmente diferente. As dúas primeiras transcorren no Berlín anterior á II Guerra Mundial. Da man de Bernie descubriremos un pobo alemán submiso, conformista e doadamente manipulable. Uns dirixentes europeos pasivos ata que xa é demasiado tarde. Os campos de concentración, a euxenesia, o antisemitismo, as crenzas espiritistas e mitolóxicas... a crueldade, a mentira, a hipocrisía dos nazis. E Jesse Owens triunfando sobre a suposta superioridade aria.
Philip Kerr naceu en Edinburgo en 1956. Estudou dereito na Universidade de Birmingham entre 1974 e 1980. Traballou como redactor publicitario en Saatchi & Saatchi nos 80. En 1989 escribiu a súa primeira novela. Actualmente vive en Londres, coa súa muller, a escritora Jane Thynne e os seus tres fillos. Tamén publica obras infantís co nome de P.B. Kerr.
Este autor decidiu un día internarse no mundo do nazismo. A partir dese momento naceu Bernie Gunther, o seu álter ego. A triloxía originial está composta por Violetas de Marzo (1989), Pálido Criminal (1990) e Réquiem Alemán (1991). Esta triloxía recibiu o nome de Berlin Noir, ás que habería que engadir Unos por otros (2006), Una llama misteriosa (2008) e Si los muertos no resucitan (2009) que recibiu o III Premio Internacional de Novela Negra RBA.
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