Blog da Biblioteca do IES de Curtis: Neruda
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27/10/09

Ode to a chestnut on the ground


Oda a una castaña en el suelo
Del follaje erizado
caíste
completa
de madera pulida,de lúcida caoba,
lista
como un violín que acaba
de nacer en la altura,
y cae
terminado en secreto
entre pájaros y hojas,
escuela de la forma,
linaje de leña y de la harina,
instrumento ovalado
que guarda en su estructura
delicia intacta y rosa comestible.

21/3/09

Me gustas cuando callas porque estás como ausente



Alejandro Sánchez Cotos



Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: ``La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.´´ El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta.
A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
PABLO NERUDA

14/2/09

El Tango del viudo de Cristian Barros


La sentía orinar en cuatro patas, del otro lado del muro, como un vestigio del monzón, una lluvia amarilla, un eco femenino, mojando las junturas de la casa, la casa innoble, viciada por la fetidez del cocotero, por los frutos abiertos, enseguida corruptos, podridos por el clima, su clima. Y sentía su conspiración, rondando por la casa, silbando por la hoja del cuchillo, grabando las maldiciones de su alfabeto, orinando sin parar, desaguando en cuatro patas, pegada a los muros, no menos ágil que una gata azul, de ésas que comen en los templos, ágil, activa, urgente, no menos rapaz, no menos tierna. Y esta gata, esta bestia, esta criatura era Josie Bliss, orinando por los cuatro costados de la casa, ahinojada, turgente, encendida, con la piel blindada bajo el amplio tatuaje, quemada al fin, oscura, azul, imposible. Y al sentirla orinar, tullido sobre el jergón de esparto, comido por los mosquitos, temeroso de los contagios, de contraer el dengue y hundirme entre las erupciones, tullido entonces, temeroso, extranjero, yo, Pablo Neruda, Cónsul del último país en este último país, pienso en Josie.
Estoy en mi dormitorio, tumbado, vencido, con las maletas a medio hacer y las papeletas del Dawson's Bank puestas como parches sobre la gasa del mosquitero. Si Josie quisiera rasgar aquella defensa, bastaría con un breve empuje de su daga. Sería suficiente con introducir el filo por la malla, doblar el cuchillo e irrumpir a través de ésta, furiosa, consciente, decidida, como quien irrumpe a través de una telaraña. Y de nuevo en mi dormitorio, sin jamás haber marchado de aquí, lealmente aquí, estúpidamente aquí, en Rangún la podrida, no hago sino mirar la maleta a medio hacer, inconclusa, omisiva, terrible, pues sé que el títere de Josie no irá entre mis camisas. Quisiera que fuera lo contrario. No miento. Quisiera irme con Josie, y tener el poder que ella dice que tengo para volverla una miniatura.

Tango del viudo


Oh maligna, ya habrás hallado la carta, ya habrás llorado de furia,y habrás insultado el recuerdo de mi madrellamándola perra podrida y madre de perros,ya habrás bebido sola, solitaria, el té del atardecermirando mis viejos zapatos vacíos para siempre,y ya no podrás recordar mis enfermedades, mis sueños nocturnos,mis comidas,sin maldecirme en voz alta como si estuviera allí aúnquejándome del trópico, de los coolíes corringhis,de las venenosas fiebres que me hicieron tanto dañoy de los espantosos ingleses que odio todavía.
Maligna, la verdad, qué noche tan grande, qué tierra tan sola!He llegado otra vez a los dormitorios solitarios,a almorzar en los restaurantes comida fría, y otra veztiro al suelo los pantalones y las camisas,no hay perchas en mi habitación, ni retratos de nadie en lasparedes.Cuánta sombra de la que hay en mi alma daría por recobrarte,y qué amenazadores me parecen los nombres de los meses,y la palabra invierno qué sonido de tambor lúgubre tiene.
Enterrado junto al cocotero hallarás más tardeel cuchillo que escondí allí por temor de que me mataras,y ahora repentinamente quisiera oler su acero de cocinaacostumbrado al peso de tu mano y al brillo de tu pie:bajo la humedad de la tierra, entre las sordas raíces,de los lenguajes humanos el pobre sólo sabría tu nombre,y la espesa tierra no comprende tu nombrehecho de impenetrables substancias divinas.
Así como me aflige pensar en el claro día de tus piernasrecostadas como detenidas y duras aguas solares,y la golondrina que durmiendo y volando vive en tus ojos,y el perro de furia que asilas en el corazón,así también veo las muertes que están entre nosotros desde ahora,y respiro en el aire la ceniza y lo destruido,el largo, solitario espacio que me rodea para siempre.
Daría este viento de mar gigante por tu brusca respiraciónoída en largas noches sin mezcla de olvido,uniéndose a la atmósfera como el látigo a la piel del caballo.y por oírte orinar, en la oscuridad, en el fondo de la casa,como vertiendo una miel delgada, trémula, argentina, obstinada,cuántas veces entregaría este coro de sombras que poseo,y el ruido de espadas inútiles que se oye en mi alma,y la paloma de sangre que está solitaria en mi frentellamando cosas desaparecidas, seres desaparecidos,substancias extrañamente inseparables y perdidas. //

Historias de amor


Cristian Barros, recrea la feroz historia de amor de Pablo Neruda en Rangún con una mujer birmana .
Josie Bliss es una de las musas más enigmáticas en la vida del poetaPablo Neruda. Sensual y posesiva, tuvo a Neruda entre las cuerdas de la pasión y los celos. El la abandonó y le dedicó un célebre poema de Residencia en la Tierra, "Tango del viudo".

5/2/09

TU RISA; NERUDA



Quítame el pan, si quieres,

quítame el aire, pero

no me quites tu risa.

No me quites la rosa,

la lanza que desgranas,

el agua que de pronto

estalla en tu alegría,

la repentina ola

de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo

con los ojos cansados

a veces de haber visto

la tierra que no cambia,

pero al entrar tu risa

sube al cielo buscándome

y abre para mí todas

las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora

más oscura desgrana

tu risa, y si de pronto

ves que mi sangre mancha

las piedras de la calle,

ríe, porque tu risa

será para mis manos

como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,

tu risa debe alzar

su cascada de espuma,

y en primavera, amor,

quiero tu risa como

la flor que yo esperaba,

la flor azul, la rosa

de mi patria sonora.

Ríete de la noche,

del día, de la luna,

ríete de las calles

torcidas de la isla,

ríete de este torpe

muchacho que te quiere,

pero cuando yo abro

los ojos y los cierro,

cuando mis pasos van,

cuando vuelven mis pasos,

niégame el pan, el aire,

la luz, la primavera,

pero tu risa nunca

porque me moriría.

3/12/08

Cuerpo de mujer, blancas colinas


Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje
te socava y hace saltar el hijo
del fondo de la tierra.
Fui solo como un túnel.
De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba
su invasión poderosa.
Para sobrevivirme
te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco,
como una piedra en mi honda.
Pero cae la hora de la venganza,
y te amo. Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme. Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

2/12/08

O bardo de A Vella Auria con resonancias de Neruda



Segunda noche sin ti
Tu ausencia me rodea como un vacío trágico,

ando tras de tu sombra como un niño ciego.

Tu voz flota, sin voz, como un nombre que no acaba,

como el propio rumor de mi sangre que sólo pide muerte.

Estás en todo, en mí, en las cosas bellas y fraternales

con que fuimos rodéandonos en ocho cortos años,

comparadas con mi amor, pensando uno en el otro para mútua alegría,

para la sorpresa pura e infantil del secreto hasta mostrarlos;

y estás también en las cosas cotidianas y humildes,

en tu plato favorito pensado para ti como una poesía o un abrazo;

estás en tu taza matinal con el beso primero

cuando te despertaba, al borde de la cama (...)

1/12/08

Nieva en Curtís



Oh, sí, nieve imprecisa,
oh, sí, temblando en plena flor de nieve,
párpado boreal, pequeño rayo helado
quién, quién te llamó hacia el ceniciento valle,
quién, quién te arrastró desde el pico del águila
hasta donde tus aguas puras tocan
los terribles harapos de mi patria?
Río, por qué conduces
agua fría y secreta,
agua que el alba dura de las piedras
guardó en su catedral inaccesible,
hasta los pies heridos de mi pueblo?
Vuelve, vuelve a tu copa de nieve, río amargo,
vuelve, vuelve a tu copa de espaciosas escarchas,
sumerge tu plateada raíz en tu secreto origen
o despéñate y rómpete en otro mar sin lágrimas!

21/11/08

Oda a una castaña en el suelo


Del follaje erizado caíste completa de madera pulida,de lúcida caoba,lista como un violín que acaba de nacer en la altura,y cae terminado en secreto entre pájaros y hojas,escuela de la forma,linaje de leña y de la harina,instrumento ovalado que guarda en su estructura delicia intacta y rosa comestible.En lo alto abandonaste el erizado erizo que, entreabrió sus espinas en la luz del castaño,por esa partidura viste el mundo,pájaros llenos de sílabas,rocío con estrellas,y abajo cabezas de muchachos y muchachas,hierbas que tiemblan sin reposo,humo que sube y sube.Te decidiste,castaña,y saltaste a la tierra,bruñida y preparada,endurecida y suave como un pequeño seno de las islas de América. Caíste golpeandoel suelo pero nada pasó,la hierba siguió temblando, el viejo castaño susurró como las bocas de toda una arboleda,cayó una hoja del otoño rojo,firme siguieron trabajandolas horas en la tierra.Porque eres sólo una semilla,castaño, otoño, tierra,agua, altura, silencio prepararon el germen,la harinosa espesura,los párpados maternos que abrirán, enterrados,de nuevo hacia la alturala magnitud sencillade un follaje,la oscura trama húmeda de unas nuevas raíces,las antiguas y nuevas dimensiones de otro castaño en la tierra.

19/11/08

Pablo Neruda, el hombre que sabía que era poeta




Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por aficción electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron de rimas que sonaron como platería cristal o cañonazo. Yo con mucha humildad hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus oidos. Tú y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste vida.
Octubre de 1959
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