Blog da Biblioteca do IES de Curtis: María; Comentario de Machado

23/1/09

María; Comentario de Machado


Allá, en las tierras altas, por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, entre plomizos cerros y manchas de raídos encinares, mi corazón está vagando, en sueños...

¿No ves, Leonor, los álamos del río con sus ramajes yertos?Mira el Moncayo azul y blanco; dametu mano y paseemos. Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,triste, cansado,
pensativo y viejo

3 comentarios:

Curtisbiblio dijo...

Este poema de Antonio Machado está incluido en su obra Campos de Castilla, editada en su forma casi definitiva en 1917. Con este poemario el autor entra de lleno en el espíritu del 98, abandonando, por tanto, la tendencia modernista que inspira los poemas que comprenden su primera gran obra, Soledades, posteriormente ampliada en 1907 con el título de Soledades. Galerías. Otros poemas. Debemos tener presente que Machado constituye un caso peculiar dentro del Modernismo español ya que su poesía es bastante personal e intimista; incorpora muchas experiencias de su vida y manifiesta, al mismo tiempo, esas preocupaciones existenciales tan propias del tiempo en que le tocó vivir. Sin embargo, la huella modernista se manifiesta en lo simbólico de su expresión y en el uso de un lenguaje sencillo, plagado de efectos sugerentes. Como veremos a lo largo del comentario, entre otros aspectos, la utilización del paisaje castellano como marco sobre el que proyectar su propio estado de ánimo, lo acerca a los noventayochistas. En su última serie de poemas, recogida bajo el título genérico de Nuevas canciones (1924), los aspectos líricos parecen ceder ante una expresión más objetiva y desgarrada, tendente hacia lo conceptual.

El tema del poema nos acerca claramente a la expresión desagarrada del dolor y de la soledad en la que el poeta se sumió tras la muerte de Leonor Izquierdo, su joven esposa. Para comprender no sólo el tema de este poema sino de todos los que integran Campos de Castilla, es necesario no olvidar la concepción que Machado tenía de la propia creación poética pues la consideraba expresión adecuada a las realidades vividas, expresión que surge de las vivencias y de los sentimientos del individuo. Y así aparece su voz en el poema, angustiada, sola, errabunda, proyectada sobre un paisaje que cambia en función de sus vivencias y de sus recuerdos.
Es por ello que la estructura interna del texto responde a la superposición de dos planos que se corresponden con dos tipos de vivencias: por una parte, el plano del recuerdo y de la evocación; por otro, el plano de lo presente.

Curtisbiblio dijo...

El recuerdo aparece ligado a Soria, a su paisaje, al Duero, al Moncayo y a Leonor, que parece caminar junto al poeta tranquilamente, “dame tu mano y paseemos” (v.10). En este plano, que se extiende a lo largo de los primeros 10 versos, el poeta combina igualmente dos ejes en su evocación; veámoslos:
- El primer eje coincide con los seis versos iniciales; es muy significativo su arranque ya que la presencia del adverbio de lugar “Allá” sitúa intencionadamente el sujeto de la oración “mi corazón” alejado del presente del poeta. Ese distanciamiento se intensifica con el empleo de la tercera persona y del tiempo presente de matiz durativo a través de la presencia de la perífrasis “está vagando” (v.6), pero es el propio poeta a través de su corazón, sustantivo que connota amor indudablemente, quien vaga soñando en el sombrío y frío – “el Moncayo azul y blanco”, nos sitúa indudablemente en la visión de la alta montaña nevada casi todo el año- paisaje soriano.
- La presencia de Leonor, a la que el poeta apela en el verso séptimo, se extiende como sombra del recuerdo a lo largo de los cuatro versos siguientes. En este caso la interrogación retórica es el marco que sirve al poeta para insertar el recuerdo de Leonor con quien parece pasear de la mano a orillas del río.
Hacia plano de lo presente se dirige el poema en sus cuatro últimos versos. En ellos la presencia de la primera persona y del determinante demostrativo estos, “estos campos” (v. 11), ponen de manifiesto que el poeta se encuentra en un presente cierto, ubicado en Baeza, tierra de olivares (en el plano anterior era la encina, el árbol que dominaba el paisaje) lo que supone para él el reencuentro con la realidad vivida, mejor dicho, con el dolor y la soledad de su presente. Él mismo define su estado de ánimo acumulando en una enumeración cerrada cinco adjetivos calificativos connotados con sensaciones de desdicha y aislamiento como explicaremos más adelante.

Curtisbiblio dijo...

El carácter reconcentrado y triste del poeta está presente a lo largo de toda la composición, así como el paisaje soriano al principio y andaluz más tarde. Esa fusión entre estado de ánimo y paisaje, ese intimismo melancólico de tinte casi existencial define, sin duda, la poesía de Machado y lo vincula a la expresión de los del 98. La angustia del tiempo, la melancolía, los sueños y la revalorización del paisaje, sobre todo castellano, son los temas que comparte con los de su generación. Asimismo la expresión es sencilla y está libre de los excesos retóricos propios de los modernistas, como veremos a continuación.
El principio de libertad parece regir el uso métrico de la composición: es una silva en la que se combinan versos heptasílabos y endecasílabos de rima asonante agrupados en dos estrofas con el siguiente esquema de rima: abcBDB EbFbGBhB. Son significativos los términos colocados en posición de rima B o b: Duero, cerros, sueño, yertos, paseemos, polvorientos y viejo; tanto los adjetivos como los sustantivos intensifican la sensación de sequedad y de desolación que domina el texto.
El texto es descriptivo como lo certifica el uso de categorías nominales. Es en la descripción del plano del recuerdo en la que el poeta se recrea más; en cambio, el paisaje andaluz no aparece descrito exactamente sino sugerido a través de la imagen de la tierra salpicada de olivos “campos de la tierra mía / bordados de olivares polvorientos” (v. 11-12). Sin embargo, el castellano se presenta mucho más nítidamente, quizás porque al acumular diferentes sensaciones paisajísticas el poeta sienta más vivo el recuerdo de Leonor; en este sentido el lenguaje es más rico en esta sección si consideramos el uso de imágenes que lo matizan: la metáfora “curva de ballesta”, empleada para referirse a la trayectoria del río Duero; la propia descripción del lugar en el transcurso de los versos iniciales basada en el hipérbaton; la sinécdoque “mi corazón” (v.6); la utilización de adjetivos calificativos antepuestos de valor explicativo: plomizos cerros, raídos encinares, característicos de la lírica de Machado y pospuestos o especificativos, tierras altas, ramajes yertos, Moncayo azul y blanco.
Los verbos son escasos en esta composición; llaman la atención las dos perífrasis aspectuales durativas que centran el plano evocado, “mi corazón está vagando, en sueños” (v.6) y el plano de lo presente, “voy caminando solo” (v.13); así como la presencia de dos formas verbales en imperativo y coordinadas “dame / tu mano y paseemos” (v. 9-10), cuyo sujeto, la segunda y la primera persona de plural, parecen recuperar físicamente en el recuerdo del poeta la figura de Leonor, quien acompaña de la mano, en una imagen muy tierna, a su marido.
La gradación de predicativos con la que se cierran los cuatro versos finales del poema, “solo/ triste, cansado, pensativo y viejo” nos conducen irremediablemente al estado de abatimiento en el que el poeta está sumido durante su estancia en Baeza. Estos versos condensan una gran carga emotiva pues el poeta no sólo se encuentra solo y triste, sin Leonor, en soledad, sino que en su ánimo impera la reflexión, la introspección, “pensativo”, y en su cuerpo la fatiga física y emocional, causada por la pérdida, “cansado”, que lo acompañará en el ocaso de su vida, “viejo”.

Para terminar, el tema del abatimiento emocional, junto con la nostalgia del pasado, el paso inexorable del tiempo, la angustia vital, parecen hilarse a lo largo de este poema y de los otros que componen Campos de Castilla. De este modo, en él aparecen algunos de los símbolos más recurrentes en la lírica de Antonio Machado: la presencia del camino –transcurso de la vida-, vehiculado en el texto a través del verbo caminar, de los sueños y del agua. Ese pesimismo existencial y la proyección en el paisaje castellano de los estados de ánimo del poeta vinculan indudablemente el texto con la expresión de la Generación del 98.

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