
En aquellos tiempos los fariseos extremaban el rigor para con sus esclavos, haciéndolos trabajar sin prestaciones, mezquinándoles el pan, sicariando con sus sayones a los que hacían sindicatos, y de vez en cuando acosándolos sexualmente como el fariseo que mientras su esclava le barría la sala le pellizcó una nalga.-El señor me pellizcó una nalga, el señor me pellizcó una nalga- salió diciendo toda oronda por la plaza la esclava presumida, en lugar de partirle la escoba en la cabeza.
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